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EDITORIAL

Terroristas que ganan elecciones

La comunidad internacional no puede negarse a ver la realidad de estos contemporáneos apologistas y practicantes del exterminio judío

Avatares del destino han querido que vengan a coincidir el Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad –fecha que coincide con el aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, de la que se cumplen 60 años– con el conocimiento de los resultados oficiales de las elecciones legislativas palestinas, que no pueden ser más escalofriantes. La organización terrorista Hamas ha logrado una aplastante victoria al lograr 76 diputados de los 132 que componen la Asamblea Legislativa.

Aunque el descalabro electoral sufrido por el movimiento oficialista Al Fatah se justifique por el grado de corrupción y empobrecimiento del país, la opción elegida por la mayoría de los palestinos no es otra que una organización mucho más fanática, empobrecedora y sanguinaria, que tiene como objetivo fundacional la completa destrucción del Estado de Israel.

No faltarán quienes apelen al respeto por el resultado de unas elecciones "limpias y democráticas". Sí, tan "limpias y democráticas" como aquellas en las que una mayoría de alemanes auparon al poder a un tal Adolf Hitler. La democracia se vicia a sí misma desde el momento en que no excluye de ella a los grupos totalitarios, contrarios al pluralismo y la tolerancia y que desprecian y vulneran los más elementales derechos humanos.

Hamas, catalogada con justicia como organización terrorista en las listas de la UE, ha perpetrado multitud de atentados en los que han sido asesinados y heridos centenares y miles de civiles indefensos. Su fundador, el sanguinario Ahmed Yasín, lo dejó escrito: "La paz con Israel es contraria a la ley islámica". Sus sucesores, aunque se disfracen de pragmáticos, ya han anunciado, nada más conocer su victoria, que el "combate contra Israel será reanudado".

Hamas ha hecho del exterminio judío su ideario, y siempre ha sido reacia a cualquier tregua que no sea con la finalidad de fortalecer posiciones con el objetivo final de la completa destrucción del Estado de Israel. "No hay una solución al problema palestino, salvo mediante la Guerra Santa. Iniciativas, propuestas y conferencias internacionales son sólo una pérdida de tiempo y esfuerzos vanos". Esta es y sigue siendo su carta de presentación y guía de actuación.

La comunidad internacional no puede negarse a ver la realidad de estos contemporáneos apologistas y practicantes del exterminio judío. No deben otorgar la menor representatividad y legitimidad a esta organización mientras no renuncie al terror y no reconozca a Israel el derecho de existir. La paz y la libertad de Oriente Medio dependen de esta exigencia. Mientras no lo hagan, nadie podrá negar a los judíos el derecho –y el deber– de defenderse. Los judíos no están dispuestos a olvidar el Holocausto, ni están dispuestos a volverlo a padecer.

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